De los creadores de “la crisis causó dos nuevas muertes”, porque para Clarín a Kosteki y Santillán los mató la crisis y no la policía Bonaerense, se vino un nuevo capítulo de la Operación Nisman: “Confirman que Alberto Nisman fue asesinado por su denuncia contra Cristina Kirchner”, asegura el diario oficialista.
En uno de los peores momentos del gobierno de Cambiemos, la Sala II de la Cámara Federal, alineada con el Gobierno, pidió que la muerte del fiscal se investigue como “homicidio” y no como “muerte dudosa”, sin sumar ninguna evidencia que sostenga este cambio.
Al día de la fecha no existe prueba científica categórica que al menos ponga en sospecha de que la muerte de Alberto Nisman no fue un suicidio. Sólo cuentan con el informe realizado por Gendarmería Nacional, comandados por Patricia Bullrich, en el que hicieron una “reconstrucción” y la mayoría de los peritos presentes opinaron que la muerte del fiscal se trató de un homicidio. Algo plagado de subjetividades y sin valor científico alguno.
Ahora definamos qué es un perito: “una persona entendida o experta en determinada materia”. Entre las y los peritos presentes en la reconstrucción había balísticos y psicólogos, el informe no da demasiado detalle. Cuando se investiga una muerte dudosa, no es como en las series que un detective resuelve solo el caso en el último minuto, si no que cada perito en su especialidad balístico, químico, rastros, etc hace su pericia solo o junto a los peritos que propone cada una de las partes y eleva un informe que después lo valora el juez. No saca conclusiones.
Uno de los argumentos principales de las conclusiones: ¿por qué Nisman no tenía pólvora en las manos? Primero hay que aclarar que los restos de pólvora negra en el aire quedaron en las películas de cowboy, las pólvoras modernas no dejan residuos. Lo que dejan son restos de cápsula iniciadora (mal llamada fulminante), se analiza la presencia de sus componentes plomo bario y antimonio a través de una técnica de barrido electrónico. En el caso de Nisman se realizaron dos pericias, una fue con un sofisticado equipo que tiene el Cuerpo de Investigaciones Fiscales de Salta (CIF). El resultado fue concluyente: “Sobre las muestras analizadas, se hallaron partículas consistentes con residuos de disparo, las que son definidas como aquellas que pueden estar asociadas con la descarga de un arma, pero también podrían originarse a partir de otras fuentes no relacionadas con una deflagración de armas”. Los peritos no puede afirmar si esas partículas son producto de la descarga de un arma, porque existen otros motivos, aunque inéditos, de que esos compuestos lleguen a la mano de Nisman. Por ejemplo manipular fuegos artificiales o usar una pistola que se utiliza para hacer agujeros en la construcción. Si Nisman tiró cañitas al aire, no creo que sean de pirotecnia, mucho menos que el fiscal haya ido a hacer agujeros a una obra. El hecho de que “podría tener otro origen”, fue en lo que se basó Arroyo Salgado cuando falseó la conclusión y aseguró que su ex esposo no tenía restos de cápsula iniciadora en las manos. Y si no los hubiese tampoco aseguraría que el fiscal no fue quien disparó, ya que el arma utilizada sólo deja residuos en las manos el 11 por ciento de los casos.
En un acto de muy mal gusto, muchos medios publicaron las fotos de Nisman muerto en el baño. Se ve que su cara está recostada sobre su mano derecha, la que habría efectuado el disparo. La posición del dedo índice condice con un espasmo cadavérico, significa que el dedo adoptó la posición del último movimiento que hizo en vida (apretar la cola del disparador), este fenómeno es inmediato, no está relacionado con la posterior rigidez cadavérica. Es por una fallo masivo en el Sistema Nervioso Central (se imaginarán que un disparo en la cabeza lo provocaría) y lo más importante: este fenómeno es imposible de reproducir maliciosamente. Los peritos de parte de Arroyo Salgado quisieron desmentir este hecho porque consideran que la cantidad de sangre presente en la escena era muy abundante, lo que indicaría que hubo una pequeña agonía. Otra conclusión subjetiva.
En un primer momento se dijo que su computadora fue hackeada y se comprobó el Windows había tenido un error común. Gendarmería quiso instalar la idea de que la muerte fue el sábado por la noche y se comprobó que el domingo a la mañana Nisman estaba vivo revisando el Instagram de una modelo y leyendo una nota en Infobae de Claudio María Dominguez en la que un médico contaba cómo había regresado de la muerte. En ese texto habla sobre un túnel y colores psicodélicos. Posteriormente el fiscal googleó la palabra “psicodelia”.
En el departamento de Le Parc no se encontró indicio de la presencia de otras personas, tampoco de que Nisman haya puesto alguna resistencia a recibir el disparo. El juez Ercolini desechó la posibilidad de que le hayan dado Ketamina. Durante la autopsia no se encontró indicios de que recibió algún golpe anestésico. La puerta de entrada y la de servicio, cerradas con llave. La puerta del baño estaba literalmente trabada por el cuerpo del fiscal, según declaraciones de su madre, Sara Garfunkel.
Como no hay manera de probar que “a Nisman lo mataron”, mucho menos quiénes. La nueva intencionalidad de los camaristas es instalar como autores intelectuales a funcionarios kirchneristas por la denuncia del fiscal por el Memorándum con Irán, aunque al momento de la muerte Nisman ya había presentado la denuncia y al día siguiente debía ir al Congreso a responder un largo listado de preguntas sobre por qué lo había hecho. Y a pesar de que el denunciante murió, la causa siguió en manos de tres fiscales más que la desmintieron, incluso el ex secretario general de Interpol, Ronald Roble.
Sobre el actual Presidente Mauricio Macri no pesan sospechas, aunque Nisman lo procesó por escuchas ilegales y los manuales escolares repartidos durante la gestión Cambiemos aseguran que Macri ganó las elecciones por el descontento de la gente por la muerte de Nisman. Tampoco olvidemos que la titular de la oficina Anticorrupción, Laura Alonso y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, fueron unas de las últimas personas en llamar insistentemente al fiscal.