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Tiempo y sangre

EDITORIAL NOTICIAS DE AYER 15/11/19




Alfredo Serrano Mancilla, Director de la CELAG (Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica) consigna muy bien la potencia de la entente golpista boliviana en una nota del diario Página/12 de ayer: los comités racistas, los partidos políticos derrotados en las elecciones del 20/10, la Policía quién se amotinó nuevamente como en 2008, el Ejército quién proclamo a la estafadora de Jeanine Añez como Presidenta en una sesión sin quórum ni representación, el gobierno de Estados Unidos con las escuchas de Ted Cruz, Marco Rubio y otros senadores republicanos comprometidos en la cuestión, y obviamente la OEA, quién emitió comunicados inéditos contra las “brisas bolivarianas”, los “vientos de cambio”, y otra sarta de tonterías, y que –más allá de lo consabida irregularidad de una elección que, el mismo Evo Morales aceptó volver a convocar- sólo había podido probar problemas en 78 actas de 34.555, un 0,22% de datos puestos bajo sospecha.


También están los grupos económicos bolivianos, lógicamente, porque si de un racista y descerebrado como Camacho hablamos, no puede obviarse que su familia ostenta el monopolio hidrocarburífero de Santa Cruz de la Sierra que, históricamente y hasta las nacionalizaciones de Evo del 2006, manejaba todo el circuito: producción, comercialización, distribución, logística, etc. Es un golpe con olor a gas sin dudas.


Los sucesos se agolpan y adquieren velocidad a cada minuto en el país hermano: con la jugada del MAS de ayer de reunir mayoría en ambas cámaras y proclamar a Eva Copa como Presidenta del Senado, se abre una nueva vía de negociación con la oposición para convocar a elecciones, reunir al TSJ y poner un poquito de luz sobre esa Constitución del Estado PluriNacional del 2009. Esa Constitución, el Manifiesto de la Isla del Sol y tantos otros textos constituyen aquello que otorga una frescura incomparable al proceso de Morales: al mismo tiempo de ser, y por lejos, el proyecto popular que más transformó la vida de su Pueblo, que más combatió los límites de un capitalismo periférico con su catarata de nacionalizaciones, estatizaciones, derechos y conquistas, produjo Teoría. Teoría revolucionaria desde el propio Estado: las 4 tensiones de Linera, las oleadas, etc, etc. Una de tantas es que rescatamos, del ex Vice-Presidente García Linera, en una entrevista concedida al portal “El Ciudadano” de Chile hace algunas semanas:


“El gran problema de este neoliberalismo es que no representa ningún proyecto de sociedad, sino una acción de venganza, un repudio y una actitud de cobrar cuentas (...) no puede construirse hegemonía de largo aliento, es decir, tolerancia moral de los gobernados sobre los gobernantes, haciendo base en odios y resentimientos. Este neoliberalismo 2.0 tiene patas cortas, sus posibilidades son muy limitadas (...) pueden durar unos años, cobrar sus cuentas y vengarse, pero no pueden generar, en la sociedad, ese espíritu colectivo de largo aliento. Lo único que saben generar, es mayor pobreza. Por lo tanto, más pronto que tarde se enfrentarán a nuevas oleadas de malestar popular”.


Un sector de un periodismo pretendidamente equidistante continúa comparando cosas como esta, como las que alcanzó el gobierno de Morales con Chile por su PBI, por sus índices de crecimiento, y habla cínicamente de la doble vara para hablar del repudio por lo que le sucedió a Morales y su familia, y lo que le pasa a Piñera. Juicios morales o políticos aparte, ¿alguien vio a los carabineros y el Ejército chileno pedirle la renuncia a Piñera? ¿Alguien escuchó conversaciones de miembros del Partido Republicano o a Luis Almagro pidiéndole la renuncia a Piñera? No se trata de ser objetivos, se trata de no ser cínicos.


Tiempo y sangre se llama esta editorial, porque es la eterna discusión de cómo se hacen las revoluciones, como la de Evo, quien eligió el tiempo, igual que Perón en el ’55, igual que tantos otros. Evo ya jugó sus fichas, y está en México, el Pueblo boliviano, coya, aymara, indígena, campesino y reivindicador de la Whipala, aún está en medio de la batalla. Sólo falta que hable la Historia, la única portadora de la verdad de los Pueblos en lucha.







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