EDITORIAL NOTICIAS DE AYER 6/12/19
“Este tribunal seguramente tiene ya la condena escrita y la va a hacer. No me interesa, a mí me absolvió la Historia y a ustedes los va a condenar”, dijo Cristina Fernández de Kirchner en los Tribunales frente a los fiscales de la causa de Vialidad Nacional donde se la juzga por haber favorecido con 51 obras públicas al inversor y empresario santacruceño Lázaro Báez, con el que negó amistad pero admitió que “ser amigo de alguien no te hace culpable en Democracia”.
Lejos de Julio De Vido, José López y el mismo Báez, con los que no se ha cruzado en estas visitas a Comodoro Py, Cristina expresó durante más de 3 horas una contundente crítica a las estrategias del lawfare, hizo una defensa potente del proyecto político que encabezó junto a Néstor Kirchner, y estuvo en sintonía con la crítica que Alberto Fernández le asestó a la Justicia esta semana: “La misma justicia que persigue a Cristina, en unos meses lo va a a perseguir a Macri. Eso no es justicia”.
Si fuera sólo por eso, sería la Cristina de siempre, la oradora, la intelectual, la que “pasó a la Historia”, y se retira despacio, en fade out hacia las costas cubanas a disfrutar de la jubilación al cuidado de su hija Florencia. Pero, lo cierto, es que lejos de esas impresiones esa misma Cristina fue la que selló la unidad - o aportó una cuota improtante a eso- en el marco legislativo, donde logró unificar un bloque de 121 DIputados con las jefaturas claras de Máximo Kirchner y Sergio Massa, y un bloque de Senadores de 42 senadores en el que literalmente no faltó nadie: hasta se sumaron el puntano Adolfo Rodríguez Sáa, y el incombustible Carlos Saúl Menem.
A la altura de los desafíos de un tiempo en el que la UCA informa que 16 millones de Argentinos (el 40% de la población o 4 millones y medio de hogares) son pobres porque viven con menos de $33000 por mes, y que en el GBA una de cada dos personas está en la pobreza -sumados a la situación crítica en el rango de niñez e infancia con las alarmantes cifras en desnutrición y malnutrición-, Cristina se configura como un eslabón central y no un accesorio en la cadena de poder que hábilmente -aunque no tanto como uno supondría, si aceptase la cantidad de operaciones de disputas, peleas y quiebres que plantean los medios hegemónicos- supo construir el frente de Todos.
Un Frente de Todos que está en la cuenta regresiva, que hoy mismo presenta en sociedad a sus 20 Ministros para completar el mapa, y que en 4 días, no más, iniciará su recorrido con una fiesta popular que en su contundencia, mandatará a Alberto Fernández para salir a pelear contra los molinos de viento y más en defensa de los intereses populares. No hay margen, no hay lugar, no hay tiempo ni colchón para que no sea de esa forma.
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