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Desde el Confinamiento. Capítulo 10: La Pandemia desde el monte

“Desde el confinamiento” nace como un podcast radial con la intención de intercambiar opiniones, saberes y pareceres en tiempos en que nuestros cuerpos no pueden encontrarse. Cada programa propone una temática y un invitadx que nos ayudará a pensar(nos).


Luego de 10 capítulos dimos por finalizada la experiencia radial que pronto se convirtió en intención y necesidad de volcar aquellas entrevistas a palabra escrita como memoria de un tiempo de confinamiento, pensado desde diferentes disciplinas y desde la experiencia directa de sus protagonistas.


Por Facundo Sinatra Soukoyan


La Pandemia desde el monte

Entrevista con Tomás Astelarra.

La pandemia puso en evidencia las alienadas condiciones de vida en las ciudades, con hacinamiento, falta de servicios básicos y desconexión de la raíz vital. Sin embargo hubo quienes tiempo atrás eligieron alejarse de las urbes apostando por una vida en la ruralidad, conectados con la naturaleza y apostando a redes de comercio justo y comunitarios. Tomas Astelarra, periodista, ex porteño y actual vecino de Yacanto en Traslasierra, nos ayuda a pensar estos temas.


-Nos parecía interesante charlar con vos en este último episodio, para pensar el confinamiento desde un lado totalmente diferente, pensandolo fuera del porteño-centrismo. Ésta es la idea, la invitación a pensar...


Me parece que está buenísimo contar que estoy en Yacanto abajo, en un barrio sacha permacultural en Traslasierra, provincia de Córdoba, en primer lugar. Después decir que creo que si hay algo que quedó en la conciencia y que realmente va a modificar esta crisis sanitaria, social y económica, es el tema de la ruralidad, el tema de la concentración en las grandes urbes y todas las situaciones de explotación laboral, de falta de salud en general y de una forma de vida que está caduca. Acá si bien rigen las mismas normas de confinamiento, hay otras experiencias comunitarias, hay otros saberes, las restricciones se viven un poco con mayor flexibilidad, desde el hecho de que estamos acostumbrados a estar con les niñes. Les niñes no van a la escuela y acá obviamente el wifi no funciona muy bien. Por ejemplo, la otra vez un vecino, "el yuyu", le dijo a la maestra "mire discúlpeme pero mi computadora no es la del Ministro de Educación, mi casa no es un aula y ni yo ni mi mujer somos maestros".


Acá les niñes tienen todo un espacio para explorar, con las actividades. Con juntar leña, con hacer la comida, tienen cerca ties que pueden consultar con un montón de dudas, un montón de juegos. Y de alguna manera, mas allá de respetar las normas que ha impuesto el gobierno de confinamiento, de barbijo y de distanciamiento social, lo cierto es que al igual que pasa con los barrios populares de las grandes urbes, acá hay un espíritu comunitario y un quehacer comunitario que hace que en el barrio entre les vecines nos visitamos. De hecho yo estoy acá aprovechando el internet y el wifi de un vecino, de una familia amiga, que también es una pareja que vive en la ciudad y que de casualidad le tocó pasar el confinamiento acá y están muy contentos porque ven que hay otra calidad de vida. Desde el poder salir a caminar tranquiles hasta todo lo que es la alimentación. Acá siempre ha habido fuertes redes de consumo colectivo, de alimentos orgánicos, hay productores, hay locales cooperativos como los que yo participo, Humano, que en el medio de la crisis pudo atajar un montón de productores que vendían en ferias y ahora están pudiendo vender en los locales.


Hay otra calidad de vida y mucha gente de las ciudades comienza a ver esto. Y por eso nosotros también acá nos estamos preparando para el post-cuarentena, que sabemos que no va a ser una vuelta a la normalidad, si es que existía, porque también de alguna manera enmarcamos esto en una crisis civilizatoria, como diría Zibechi, esto es un episodio mas de una civilización, de un sistema capitalista que no está pudiendo dar respuesta a las necesidades mas básicas, no solo en este tema sanitario, sino ya lo veíamos en un montón de territorios, en todo lo que los cumpas zapatistas llaman la cuarta guerra mundial.


Y mas allá de los debates que se den en los medios y los debates que se den en el gobierno, acá hace rato que venimos apostando por otra forma de vida y también por una economía que tiene que ver con lo comunitario, que tiene que ver con los recursos propios de la madre tierra. Nuestra calefacción es con leña que el monte nos brinda, nuestra medicina también es natural.


El otro día con unas compañeras, estamos hablando de un concepto que se nos ocurrió “Soberanía Sanitaria”, por que en medio de esta crisis no se nos permite ir a nuestros propios médicos, a nuestras yuyeras, a los que nos hacen reiki, que son nuestras formas de salud y mucha gente acá del lugar y mucha gente que incluso sin tener este discurso típico de las organizaciones sociales, se da cuenta que si acá no ha entrado el virus es porque tenemos una forma de vida mucho mas saludable. Nuestro alimento, el aire, el ejercicio, mismo en el humor. Porque el confinamiento no es que estamos encerrados en un departamento sino es que estamos en el medio del monte con la naturaleza, en contacto con el sol y un montón de cosas que hace que acá no se han registrado casos. En San Javier, solo una familia que trabajaba en Villa Dolores en el Banco Nación, que fue donde surgió el primer caso.


Pero lo cierto es que en valle, en la montaña, no están habiendo casos y creemos que tiene que ver con esta fortaleza inmunologica y también con todas estas herramientas de salud que como dice nuestra maestra Anita Domínguez, no son alternativas porque estaban mucho antes que la alopatía y la ciencia positivista y que son las medicinas tradicionales de los pueblos originarios que hoy siguen sufriendo los embates del capitalismo y sin embargo son la verdadera esperanza y alternativa que muchos sectores de la población mas urbana hemos decidido adoptar. Hemos decidido trasladarnos de las ciudades al campo en un país, en donde como dice actualmente el Juan Grabois como parte de su Plan San Martín, que tiene una concentración muy alta de la población en las ciudades, quizás la mas alta del mundo, en un territorio muy amplio y apto para generar alimento y no esta agro-exportación que no es alimento y que tampoco nos beneficia como población.

Un poco esto es lo que se vive por estos pagos.



-Recién nos contabas el día a día, y si bien ustedes no son ajenos a la información, no se vive la psicosis, la paranoia y el miedo al otro que se ve exaservado en la ciudad, no funciona de la misma manera ahí en el valle. Y entiendo entonces que es la pregunta de muchos saber ¿Cómo se vivió estos más de 100 días de confinamiento, si pudieras hacer un raconto breve, en el monte nativo, en el monte cordobés? porque seguramente no fue similar a la de las grandes ciudades…


-Ya te digo que no es similar desde que es un confinamiento abierto, desde que mientras que muchas ciudades o edificios de departamentos, se ha generado por un lado raptos individualistas, como esto de no querer que entren los médicos a los edificios, pero también muchos actos de solidaridad y de comunitarismo, como desde les jóvenes le lleven la comida a los adultes. De alguna manera esta pelea entre dos visiones, las mas individualistas y el sálvese quien pueda, y una visión que me hace recordar mucho al maestro Alfredo Moffat, que alguna vez en una entrevista me dijo "bueno, en este capitalismo o nos curamos todes o no se cura nadie". Yo creo que acá, en estos territorios neo-rurales vamos a llamarlos, desde la visión ancestral de la gente que puebla acá el territorio, como de esta nueva gente que estamos viniendo, a los que elles llaman hipis, ya estaban los lazos comunitarios. Si bien uno sale y se pone el barbijo y uno trata cumplir con las normativas, lo cierto es que hay una comunidad que es una familia ampliada. Entonces bueno, ahí nos damos el lujo del abrazo, nos damos el lujo del compartir, que también creemos que es parte de la salud.


Y después inconvenientes como el hecho, por un lado del porteño-centrismo de las políticas de gobierno, todas las dificultades que tuvo acá mucha de la población para acceder por ejemplo al IFE, o esto de pensar que todos tenemos wifi y computadora para que les niñes se eduquen y no., preferimos educarlos de otra manera. Y después los abusos policiales, que estuvieron a la orden del día, el hecho catastrófico de esta cuarentena es que la autoridad este en poder de la policía, de la fuerzas de seguridad, que siempre hemos sabido que son personas que no son educadas con criterio, que no son educadas en la protección, sino en el abuso de poder. Y después muchas dificultades para transitar, por ejemplo con los alimentos. Nosotros en la cooperativa Humano tenemos tres locales, dos en lo que es Traslasierra provincia de Córdoba, Villa Las Rosas y San Javier, y uno en Merlo que es provincia de San Luis. Y ahora estamos haciendo unos malabares bárbaros porque tenemos un bloqueo puesto por el gobierno en la frontera, a lo cual bueno hacemos lo que se llama el pasamano. Va una compañera con todos los productos hasta el limite, va otra compañera de Merlo... a las organizaciones de la economía popular, que somos las que estamos brindando alimento y salud, se nos ha vuelto muy difícil circular, se piensa que acá lo único que nos va a alimentar son los supermercados. Pero así y todo nos la hemos rebuscado, hemos buscado en los contactos que tenemos por todo el trabajo que se ha hecho a través de la UTEP, que es la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, en tener contactos con el gobierno, en articulación con las municipalidades. Hemos podido colaborar con las colectas de alimentos y de alguna manera acá desde muchos municipios, al menos en particular el de San Javier, nos toman como un actor importante de la economía y de la política y en eso se han generado muchas cosas. Pero bueno es una situación incomoda que afecta a nuestra cultura, a nuestra forma de vivir, a nuestra forma de alimentarnos, de salud y que una vez más pone de manifiesto estas diferencias que tenemos en las formas políticas del Estado o con las instituciones de seguridad.


Y también yo al menos en particular, vengo reflexionando en los últimos días, que me parece una picardia, que en este país la derecha nos haya robado hasta el derecho de la desobediencia civil. De alguna manera estamos todos apoyando a este gobierno y sabemos que una importante parte de la población que piensa que la estrategia frente a esta crisis es el confinamiento. Pero a la vez vemos que ese confinamiento tiene que ver con el avance de un montón de estructuras del sistema capitalista, como puede ser la tecnología, internet, el 5g que tiene que ver con la medicina positivista, con encontrar una vacuna y no con desarrollar un montón de formas de salud alternativa. Tiene que ver con los grandes negociados de las multinacionales, donde el gobierno está firmando acuerdos con Pfizer, con Bill Gates, donde se sigue desmontando, donde se sigue avanzando en la frontera agrícola de la soja que sabemos que es muerte. Entonces de alguna manera, mas allá de la alianza estrategia que hay de los movimientos sociales actualmente con el gobierno, nos parece que está bueno denunciar que esto también, la forma en la que se encara políticamente y la que se encara como gobierno, tiene que ver con el positivismo científico y tiene que ver con el sistema capitalista en el cual estamos encuadrados y que creemos que es nocivo y que es el gran responsable de esta crisis civilizatoria en la cual este covid 19 se enmarca dentro de este proceso. De hecho hay muchos estudios de que estas enfermedades están naciendo de la mala producción de alimentos, de un montón de situaciones que tienen que ver con el desarraigo de la naturaleza, de nuestros pueblos originarios. Y entonces dentro de esa contradicción, tratamos un poco de andar navegando.