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Desde el Confinamiento. Capitulo 5: Comedores y Espacios Comunitarios

“Desde el confinamiento” nace como un podcast radial emitido por Radio con Aguante entre mayo y julio de 2020, con la intención de intercambiar opiniones, saberes y pareceres en tiempos de pandemia y donde nuestros cuerpos no pueden encontrarse.

Luego de 10 capítulos dimos por finalizada la experiencia radial que pronto se convirtió en intención y necesidad de volcar aquellas entrevistas a palabra escrita como memoria de un tiempo de confinamiento pensado desde diferentes disciplinas y desde la experiencia directa de sus protagonistas.


Por Facundo Sinatra Soukoyan



Comedores y Espacios Comunitarios

Entrevista con Silvia Lamanna


La importancia de los comedores y centros comunitarios se ponen en el medio de la escena cuando las necesidades básicas apremian. El trabajo invisibilizado de las mujeres y los lazos solidarios del pueblo para combatir el hambre, serán algunos de los temas que conversamos con Silvia Lamanna, referente de espacios comunitarios en Zona Norte y Zona Oeste del conurbano bonaerense.


-Una de las primeras cuestiones que quería preguntarte es referida a tus lugar de trabajo. Lo haces en Dique Lujan, en lo que es Zona Norte y muchas veces la zona norte a la mirada desde el porteñocentrismo, se ve como todo un gran country o un barrio de clase alta. Pero sin embargo vos trabajas en esa zona en espacios comunitarios donde entre otras actividades se distribuyen alimentos. Así que esta imagen construida no es tal, no es todo como se lo presenta.

Contanos como es este lado b, este lado que no se muestra de la zona norte en relación a las actividades comunitarias que ustedes realizan.


-No cabe duda que zona norte dentro del conurbano bonaerense es la zona económicamente mas rica digamos. Yo soy de zona oeste de nacimiento y siempre cuento que cuando era chica una broma que hacíamos entre los compañeros de colegio era "¿para donde te crees que naciste vos, en San Isidro?" era como decir zona top. Después con los años me vine a vivir a zona norte y me encontré con un lugar con contradicciones muy marcadas, porque están las zonas mas ricas como las lomas, o los countrys que acá han crecido muchisimo, y a su vez los barrios populares donde yo desempeño gran parte de mi tarea. Si bien soy psicóloga, digo que soy psicologa comunitaria con una clara opción por el trabajo en los barrios, donde realmente la desigualdad es muy grande. Es un abanico muy grande el de la zona norte y especialmente en estos barrios se dan carencias muy profundas como la falta de trabajo, a veces problemas muy serios con el agua, agua contaminada de los pozos por el establecimiento de fabricas, muchas faltas de oportunidades que en estos barrios se da.


Donde trabajo ademas tiene una peculiaridad, que es una zona que la llamamos rural, porque es la zona de Dique Lujan, al lado de Villa la Ñata, partido de Tigre, y es un barrio particular dentro de los barrios, decimos nosotros. Porque las casas están construidas a un poquito mas de distancia unas de otras, muchos de ellos vienen de las islas entonces traen todo el ritmo del isleño. La construcción es en alto por el tema de las inundaciones, de hecho el barrio donde yo trabajo se llama barrio Rialto, re alto. Porque en su época sufría mucho las inundaciones, incluso queda debajo de lo que se llama la vía muerta, por donde antiguamente pasaba un tren que ya no pasa y el barrio quedó por debajo de la vía muerta.


Y bueno donde tal vez el trabajo de la gente tenga que ver mas con las changas, con trabajos ocasionales, muchos informales, algunos acceden a trabajos en fabricas. Muchas mujeres en trabajo domestico o en cuidado de niños.


La diferencia es muy marcada y con esto de la pandemia, donde decimos que todo se hizo mucho mas visible, esto ahora se nota más también. Si bien la pandemia nos puso en un lugar de igualdad, por eso nos genera un gran cuestionamiento porque el virus nos puede atacar a todos, y no sirve mucho tener o no tener en muchas ocasiones, pero claramente se nota mucho mas la pobreza, se nota mucho mas el hambre, tiene muchas repercusiones dejar de trabajar para quedarse en casa. Los chicos reciben las tareas escolares pero no tienen internet, o tienen un celular para ocho dentro de una casa, entonces es imposible la comunicación. Entonces creo que nos va a traer muchas preguntas, nos está trayendo ya muchas preguntas.

Pero animo a quienes no conocen la zona norte, o conocen una parte, a conocer el lado b también.


-Asi como trabajas en Zona Norte, como nos contabas, lo haces también en Merlo-Moreno y esa de alguna forma te da una mirada más amplia, al conocer dos contextos diferentes. Charlabamos antes lo necesario e indispensable que sea hace el trabajo comunitario y que este trabajo comunitario en su gran mayoría esta basada en un trabajo invisible, no remunerado y sobre todo de las mujeres, que son las que se ponen al frente con el fin de parar el hambre, que es lo primero para sobrevivir.

Contanos como ves el día a día tanto en zona norte como en Merlo-Moreno.


-Te agradezco la pregunta porque es tema que la verdad me apasiona por ser mujer y por trabajar en estos contextos y por ver a muchísimas compañeras llevando adelante tareas de cuidado en los barrios con una delicadeza, con un compromiso y con una entrega que quisiera que esto que voy a decir sea un reconocimiento para ellas particularmente.


Yo creo que mucha de la tarea que hace el Estado y que también hace la Iglesia, no se podría llevar a cabo si no fuera por esta entrega de tantas mujeres. Yo adhiero a una movida que hay ahora que dice "no es amor, es trabajo comunitario". No porque no haya amor en lo que se hace, desborda de amor y siempre se hace mas de lo que se puede, pero basta de romantizar las tareas de las mujeres como que el cuidado es algo que nos sale por ser mujer o por llevar útero, cuando en realidad es una decisión, es una apuesta, es un compromiso político de la mujer en el cuidado de la vida y como tal merece ser reconocido como trabajo, como trabajo comunitario.


Hoy la pandemia otra cosa que hizo es darnos cuenta de la necesidad que tenemos de cuidar y ser cuidados, o sea que no nos sirve para nada seguir acumulando cosas, seguir compitiendo, nos ha metido tanto este sistema capitalista que tenemos, que realmente no tiene sentido la vida sino es para cuidar y ser cuidados, para cuidar lo que verdaderamente importa.


Estas mujeres llevan adelante hoy comedores, merenderos, visitan a los enfermos, preparan los alimentos. En situaciones de violencia de género muchas veces son testigos y sostén de muchas compañeras. Entonces adhiero profundamente a una movida, que creo que hay un diputado nacional que está detrás de eso también, el ministerio de género también simpatiza con la propuesta, que es un reconocimiento económico a estas mujeres, que lo que hacen es un gran trabajo comunitario y sin el cual realmente ni la iglesia ni el Estado podrían estar presentes en los lugares que están. Estas mujeres han abierto las puertas de su casa incluso para instalar este tipo de lugares. El otro día una de ellas me emocionó porque digo “mirá lo que es la finura del cuidado”, cuando recién Alberto dictó el aislamiento obligatorio, nos estaba esperando, ella misma cosió los tapabocas para las personas que ese mismo día íbamos a repartir, “porque si nosotros no los cuidamos a ustedes y ustedes nos cuidan a nosotros” me decía. Había hecho 30 tapabocas con telas que tenia en su casa que previamente había seguido el protocolo, como decía ella, para que lo pudiéramos usar. O sea, de estos hay pilas de gestos y de cuidados, y me parece que llegó la hora de ponerlos sobre la mesa, no seguir invisibilizando estas inequidades, que yo creo que toda esta crisis que genera la pandemia, y no es que digo "lo que nos viene a enseñar este virus" sino que digo "tenemos que aprender algo". Hay mucho trabajo invisibilizado que lo tenemos que visibilizar y esto concretamente es las tareas de las mujeres.


Está la pandemia del virus, pero está la pandemia del hambre que dejó al descubierto todo esto, está la pandemia de la violencia de género, y quiero decir algo respecto, para algunas mujeres quedarse en casa no ha sido la mejor opción o el mejor lugar, porque han quedado mucho mas expuestas a esta violencia de género. Y a su vez tenés este otro rostro de la mujer súper comprometida, que sale a la calle, que se ofrecen unas a otras para ayudarse a hacer las tareas, para acompañarse al hospital y conseguir un turno. Entonces me parece que hay toda una cuestión de desigualdad y de no equidad que tenemos que prestarle atención en este tiempo.


-Algo ya nos contabas de estas estrategias de cuidado artesanales que se dan en el barrio, que emocionan porque estamos hablando de gente que tiene muy poco y que así y todo de ese poco saca un pedazo para seguir cuidando a otros y a otras.

Me gustaría que nos cuentes como ves el clima emocional de la gente, y al pasar ya tantos días seguramente se pasaron por diferentes estados de ánimo. ¿Como lo fuiste viendo y como lo ves hoy?


-La verdad que nos pasó en los barrios que fuimos pasando por diferentes estados. Por un lado se dio bastante respeto o acatamiento a las medidas porque en los barrios el tema del cuidar la vida es importante. En los barrios te emocionan porque donde comen siete, comen ocho, comen nueve o la misma gente que viene a buscar la prestación alimentaria, que en eso nos acompaña mucho el PNUD un Plan Nacional de alimentación y podemos acompañar casi 105 familias, son los que muchas veces nos dicen, "pongamos una caja y que al irnos cada uno dejemos un producto para tal familia que nunca recibe y no le da nadie en el barrio", porque ellos saben quienes reciben de donde reciben y como. Entonces esos gestos que conmueven, a mi me habla por un lado del gran cuidado y respeto por la vida, con lo cual las medidas al principio se tomaron bien, se tomaron como "bueno, vamos a cuidarnos". Con el tiempo obviamente empezaron a sentirse otras cosas, el cansancio, algunas me decían "por favor dejame ir al Centro aunque sea a barrer porque necesito salir de mi casa un rato", y es entedible porque nos ha pasado a todos que hemos festejado ir al supermercado aunque sea para ir a comprar algo y tener un motivo por el cual salir a la calle. Entonces después vino el cansancio, también vino el enojo, porque uno empieza a tomar conciencia de las cosas que a esta altura pensaba que iba a estar haciendo y no las va a estar haciendo. En su momento nosotros habíamos empezado el año pasado con el Fines, de educación para adultos, habían hecho un semestre y querían estudiar, ahora querían retomarlo como fuera. Pero el Fines no está programado todavía on-line o por lo menos el que nos corresponde a nosotros. Entonces de nuevo esta sensación de "empiezo algo largamente postergado como adulto o adulta y de nuevo algo pasa que no se si me voy a recibir", vuelve el fantasma. Entonces el enojo también a veces surge. Pero creo que en los barrios hay un gran entrenamiento en la paciencia y en la resistencia y está esa sabiduría de "ya va a pasar" o "hemos pasado otras", se acuerdan del 2001, se acuerdan de otros momentos de la vida del Centro que parecía que por ahí se cerraba por otros problemas que había. Entonces tienen una gran memoria resistente, de resistencia. Nosotros trabajamos mucho con asambleas populares de mujeres que vienen como 40 los viernes, entonces vamos recreando esos espacios como podemos, porque internet a veces no ayuda, no es lo mismo, pero bueno vamos buscando pequeñas estrategias para seguir cuidando el fuego y el fuego de la resistencia está.


-Cuanto las clases medias tienen que aprender de esta memoria colectiva de resistencia que nos enseñan siempre las clases mas humildes que en muchos casos, como lo relatas, son las mas avanzadas en lo que es la vida comunitaria, lo practican, no lo dicen y lo teorizan...

Por ultimo quería hacerte una ultima pregunta que si bien el personal, entiendo que es una muestra colectiva interesante para replicar y multiplicar. Vos teniendo la posibilidad de vivir en otro lado, teniendo la opción de vivir en otros barrios, elegiste irte a vivir cerca del pueblo. ¿Cómo fue esa opción? ¿Cómo maduró en vos? ¿Cómo la llevaste adelante?


-A mi el barrio desde hace muchos años me enamoró, me enamoró la vida del barrio por el proceso comunitario. Hoy diría que mi familia es también el barrio. Yo siento que aprendo mucho, confirmo mucha de mis opciones y de mis decisiones y eso hace que el tiempo que no he vivido en los barrios he extrañado mucho la vida de los barrios y por eso ahora hace ya unos años nos vinimos a vivir con mi compañero, que también tiene esa misma opción y esa misma pasión, a Troncos del Talar que también es un barrio.


Es como la experiencia de la familia grande, de la Patria Grande de la que también hablamos, donde no alcanza con preocuparse por uno, ni siquiera por su propia familia. Estamos para un proyecto mas grande, estamos para abrazar a una familia mas grande y el barrio para mi es una escuela de vida donde crecí, donde me formé, donde sufro, donde celebro, donde me rio, donde lloro y donde maduro también como mujer y como argentina. Hoy no podría vivir fuera del barrio.

(Entrevista realizada en junio de 2020)


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