La charla “Cultura y Estado” reunió este martes en un panel a Carlos Zannini, Teresa Parodi, Javier Grosman, y Gustavo López con el objetivo de problematizar la cuestión de la cultura y la gestión cultural desde el Estado. La presentación de la mesa estuvo a cargo de Oscar Parrilli y Jorge Ferraresi.
Teresa Parodi fue la encargada de introducir a los panelistas y fue aportando ideas entre las intervenciones de cada uno de ellos. “Los pueblos permanentemente construyen su cultura,
más allá de la injerencia del Estado o del mercado”, afirmó. Luego recordó que “cuando la globalización intentó homogeneizarlo todo, lo que hicieron esos pueblos fue retrotraerse, buscarse en lo profundo y crear circuitos alternativos para sostener la mirada que traíamos”.
La ex ministra de Cultura del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner explicó que como titular de la cartera fue a visibilizar esos circuitos, “a buscar ese quehacer del pueblo argentino, para revitalizarlo, potenciarlo”, y subrayó que eso es lo extraordinario que produjo el kirchnerismo.
Gustavo López explicó las implicancias de la adhesión a la excepción cultural en el marco de la Convención sobre la Diversidad Cultural de las Naciones Unidas, decisión tomada por Néstor Kirchner en 2005. Resaltó que para los proyectos nacionales “la cultura es un derecho básico”, a diferencia del neoliberalismo “que la considera parte de la industria del entretenimiento”. También se refirió al proyecto de Ley de Mecenazgo que impulsa la Alianza Cambiemos, dijo que “se basa en una filosofía política que no reconoce a la cultura como un derecho humano básico” y que el hecho de que a los artistas “se les prohíba la política partidaria violan los artículos 38 y 39 de la Constitución”. A su juicio, ellos entienden a la cultura “como un negocio” aunque tienen claro que “con la cultura se construye sentido, identidad y sentimiento”.
A continuación Javier Grosman habló de la existencia de una contradicción histórica entre la cultura estatal y la que se produce por fuera de los alcances del Estado, ya que en el quehacer del creador cultural “está implícita la tarea el destruir”. Como ejemplos mencionó a los músicos que “para construir un hecho musical tienen que destruir el silencio o los cineastas, que tienen que destruir con luz el negativo del rollo fílmico, o los pintores que deben romper el blanco del lienzo”. La diferencia con el Estado, aclaró, es que -más allá de las buenas o malas intenciones que tengan los que tuviesen el rol de conducirlo- tiene como objetivo “mantener lo establecido”.
El responsable de la producción de los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo, consideró que “mas que hablar de acceso a la cultura, hay que hablar de participación”, ya que hablar de acceso es asumir que alguien habilita ese acceso, en cambio es preciso “dejar que la gente participe, como quiera, y no solo en referencia a los bienes y servicios culturales garantizados por el Estado”. “No podemos entender la cultura joven”, ejemplificó, “si no pensamos en una multiplicidad de culturas absolutamente distintas entre ellas, con sus códigos propios y generación de hecho artístico y cultural también distinto”. Dijo que “la cultura tiene que servir solamente para generar conciencias críticas, y no adaptativas” y que “si nosotros con la cultura no conseguimos generar ese tipo de conciencias aún cuando critiquen la generación de sentido que estemos generando desde el Estado, no estamos construyendo nada”.
Grosman destacó que Cristina Fernández de Kirchner “entendía al espacio público, no como la calle, sino como un espacio conceptual que funciona como una especie de inconciente colectivo en el que se da la batalla de la creación de un sentido que socave a las instituciones que generaban sentido comunicacional y cultural”.
En el cierre habló Carlos Zannini, explicó como funciona el nuevo modelo de dominación mundial, con “fuerte incidencia en el sentido común”. Necesita, afirmó, “de un gran desprestigio de la política, una gran mediatización de la realidad y un gran activismo judicial”. con eso “van armando un mundo con políticos sin relación con la sociedad, aislados, rodeados de vallas y custodias, y a expensas de lo que los medios digan de ellos. Además con jueces que los asustan”. Dijo que “el ideal de la derecha, no solo en la Argentina sino en el mundo, es que poca gente vaya a votar, sacarla de la discusión política, ya que son lugares emancipadores”.
“Cuando uno piensa, se emancipa, y nadie piensa por vos”, afirmó el ex secretario legal y técnico del kirchnerismo, y agregó que si “comprás la realidad en cápsulas, sí piensan por vos, te quedás sin historia, no importa quién fundó tu Patria, qué sacrificios se hicieron para sostener, por ejemplo, la universidad en la que hoy estudiás”. Citó al psicoanalista Jorge Alemán “tenés que ser un individuo empresario de vos mismo, de modo que tus fracasos sean tuyos, y tus triunfos, en todo caso, también sean solo tuyos”.
Zannini advirtió que “el Gobierno nacional, bajo el supuesto desinterés sobre la cultura, tiene el objetivo político de desculturizar”, y que lo que están haciendo es “bajar racionalmente la idea de que hay que devolver a cada argentino a su casita, que a lo sumo mire su celular, o ese espejo que son las redes sociales, que te hacen creer que es una ventana”, y que “terminemos aislados unos de otros, excluyendo la palabra solidaridad de nuestras vidas”. De ese modo, cerró, se debilita la posibilidad de que en un futuro próximo “alguien se alce contra una injusticia, como el negocio del fútbol o la televisión digital abierta para unos pocos”.