Por Alfredo Grande (APe).- Hace muchos años, quizá sea más justo decir hace pocas décadas, estuve invitado por una compañera a dar una charla. Eso que hoy llaman “conversatorio”. Uno de los asistentes, para describir la situación por la que estaba atravesando, expresó: “no sé si soy uno de los míos”. Que merece de pleno derecho tener el rango de “aforismo implicado apócrifo”.
Lo he citado muchas veces, porque creo que es una descripción perfecta y ajustada no a derecho, pero sí a deseo, de la subjetividad arrasada por el capitalismo mundial integrado. El delicado equilibrio post segunda guerra mundial, se desbarrancó con el colapso del denominado “socialismo real”. Tarea a la que muchos y muchas colaboraron. Desde el papa Wojtyla, pasando por Lech Walesa, siguiendo con el inefable Gorbachov, creador de un anticipo de “Parque Jurásico” que denominó “perestroika”.
El partido comunista argentino tuvo su propia perestroika que se denominó “partido solidario”. El cantar de los cantares para nominar la clonación de la lucha de clases en consenso político y social. Pero si el diablo sabe por diablo, también dicen que sabe por viejo. Yo estoy viejo y creo que poco sé. Y lo poco que sé, lo sé bien. Al menos, cuando me confieso me doy la absolución, como propone Joaquín Sabina. Y ese poco que sé es el denominado “síndrome de Ganser”.
El loco que para disimular la locura, se hace el loco. Cuando digo loco, debería decir “psicótico”, que es la degradación psiquiátrica de la locura. La pregunta que atraviesa los tiempos: “¿es o se hace?”. La respuesta es simple: “es y además, se hace”. Y “se hace” porque de esa manera refuerza, remacha, profundiza eso que “es”. Pero hay un “es” en clave colectiva. O al menos, en clave múltiple. La multiplicidad del “es” es “somos”. Si como escribiera Benedetti, “en la calle codo a codo, somos mucho más que dos”, debemos aceptar que no dijo “cuantos más” ¿Tres, cuatro, diez? No es suficiente.
Para el alucinatorio político social el “somos muchos más” necesita decenas, cientos de miles. Para porotear hay que tener muchos, pero muchos porotos en la bolsa. Por lo tanto, y para eso, desde aportantes truchos hasta votantes más truchos todavía, son más que bienvenidos. “Votarán Cambiemos porque deliran con que cambiamos”. Pero el diablo sabe por diablo pero más sabe por fascista. Y sabemos que para enfrentar al diablo fascista un dios socialdemócrata de poco y nada sirve. Aunque quizá… sirva para legalizarlo. Lo que para el pensamiento de derecha es lo mismo que legitimarlo. Y como el pensamiento de derecha también colonizó a la izquierda, aunque sepamos que no somos, igual nos hacemos.
Dicen que nadie resiste el archivo y que de cerca nadie es normal. La moderna “realidad aumentada” es ajena a la política que siempre opta por una “realidad disminuida”. Por ejemplo, llamar ayuda y préstamo a lo que es un empujón al vacío y un saqueo financiero. Los frentes, contrafrentes, alianzas anti, convergencias de ceos partidarios, y todas las variaciones instrumentales de la melodía fundamental, son en el mejor de los casos, más de lo mismo, y en el peor, menos de lo mismo.
¿Y cuál es la melodía fundamental del tema musical del año electoral que yo bautizo: “de lo mismo”? Es simple, aunque no siempre queda suficientemente claro. Super estructuras mega partidarias escindidas de una praxis clasista y revolucionaria. Algunas publicidades consagradas: “redistribuir la riqueza”.
Obviamente, nadie acumula para repartir.
Solamente impidiendo la riqueza, podremos prevenir la pobreza, la indigencia, y toda forma sacrificial en les trabajadores. “anti imperialismo sin anti capitalismo”. O sea: enfrentamos al dragón sin destruir sus crías. Y como anticipó el genocida Jorge Rafael Videla, estamos ante “la cría del proceso”. Que hasta se da el lujo de soltarles la mano a algunos empresarios, aunque con seguridad varios serán agarrados desde el pie.
Todo el circo judicial, que además de no ser creíble ya tiene en efecto boomerang sobre sus creadores y criadores, ha desplazado una vez más a la política como fuente de toda razón revolucionaria y de toda justicia popular.
La política tiene una intermediación parásita que logra que el productor de la política, que son las y los trabajadores, llegue a las góndolas de los partidos en último término. Los ceos partidocráticos se apropian de la plusvalía política y la invierten en candidaturas. Peor aún: en precandidaturas. O sea: en el pre embarazo de alguna fórmula con capacidad gestante. Ya hay varias pre candidaturas revoloteando por las recovas de las nuevas y santas alianzas. Anticipan la más monstruosa derrota que la democracia pudiera pergeñar: el paso del bastón de mando y la cinta presidencial de forma constitucional, democrática y hasta diría paqueta, con lo cual quedará consagrada la licencia para gobernar y para arrasar durante un mandato presidencial.
El triunfo electoral y mucho más si hay mayorías parlamentarias, consagra una forma neo democrática de poder absoluto. Porque lo hecho, hecho está, y las deudas contraídas siempre volverán. Vía intereses. Desde ya que el riesgo país, que no es lo mismo que el riesgo de vivir en el país, aunque se le parece, sigue aumentando, por que el fantasma de un futuro default es cada vez más consistente.
La economía a pequeña escala ya está defolteada hace tiempo. Algunos llaman a esto tarifazos. No arbitrar cualquier medio, algunos medios, varios medios para que de una manera legítima y si es legal mejor, lograr el cambio anticipado de la (in)gestión del gobierno actual. La noticia de ayer, 20 de diciembre, fue la lluvia. Hace 17 año, fue la pueblada que hizo tronar el “que se vayan todos” y una alianza de clases con potencial revolucionario: “piquete cacerola, la lucha es una sola”. Pero la lucha se quedó sola, y el asesinato de Kosteki Santillán precipitó un apresurado llamado a elecciones.
Hoy la fórmula con más intención de voto es la de Cristina Fernández con quien fuera uno de los responsables políticos de la masacre del puente Avellaneda: don Felipe Solá. Se necesitó mucha agua y a veces temo que haya apagado el fuego. Por eso pienso que el “Somos” es encubridor. En honor a la sangre derramada, diría que apenas “nos hacemos”. Nos hacemos los opositores, cuando por acción y por omisión, por amor y por espanto, han sostenido más allá de lo tolerable y lo políticamente necesario, tres años que serán cuatro de arrasamiento popular. La doctrina Chocobar, que es gobernar y asesinar por la espalda, es otra de las crías del Proceso. Y es una cría que no hemos sabido extirpar cuando empezó sus primeros zarpazos.
¿Ahora será tarde, como anticipara Bertold Brecht? De algo estoy seguro: a los Somos la historia de los pueblos no los absolverá.
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