EDITORIAL NOTICIAS DE AYER – Me verás Volver
9.819 ó 10.152 días. O el 17 de Diciembre de 1991 o el 14 de Noviembre de 1992. O Burzaco o Parque Sarmiento. En cualquier caso, ha pasado mucho tiempo, casi 30 años.
Las fechas precedentes remiten a la génesis de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y sus distancias con el hoy. En el primer caso, ese primer encuentro de dirigentes en Burzaco que protestaban y se “abrían” del menemismo, que con el décalogo de Roberto Dromi, ya confirmaba que echaba por tierra nomás el salariazo y la revolución productiva. La segunda, es el Congreso de Trabajadores Argentinos que terminó de delinear y presentar en sociedad uno de los cuatro sectores en los que se ordenó el sindicalismo en los noventa: los otros 3 fueron Luis Barrionuevo y su tropa ultra oficialista, el sector que hoy pugna por sostener el sillón de Azopardo, los gordos (Comercio, Sanidad, bancarios) y el MTA de Hugo Moyano.
Afiliada desde siempre a la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur y la Confederación Sindical Internacional, la CTA nació rompiendo esquemas: llamó a la junta de un millón de firmas contra la reforma jubilatoria de Cavallo en 1993, proponía la afiliación directa de trabajadores/as, pasivos y desocupados, y planteaba en su estatuto el voto directo por parte de los afiliados/as a todos los cargos electivos, a diferencia de la CGT y la mayoría de las centrales en el continente. Eran tiempos aún del Diputado e histórico dirigente de ATE, Germán Abdala y el grupo de los 8 de resistencia parlamentaria. Allí, junto a Víctor De Gennaro, se dieron grandes gestas: la Marcha Federal, el Congreso de Mar del Plata, y más cerca del nuevo milenio: la Marcha por el Trabajo y la constitución del FRENAPO (Frente Nacional contra la Pobreza).
Luego vendría la década kirchnerista, y una patética división en vísperas del 2do gobierno de Cristina, la de la CTA Autónoma y la de los Trabajadores, que persiste hasta hoy, con el sector de Yasky y el de Micheli. De hecho, nadie se enteró, pera hay un 3er sector: la CTA Perón. El kirchnerismo, superó en un indicador negativo al menemismo, porque si el Turco tuvo 4 tropas sindicales y cambios de secretariado general cada un año entre el ’93 y el ’96 (Brunelli, Cassia, Gerardo Martínez y Rodolfo Daer), Néstor entró con 2 y Cristina se fue con 5: la CGT de Caló, la de Moyano, la de Barrionuevo, y estas 2 CTA.
La CTA nunca, pero seguro menos que menos en estos años, encontró su razón de ser en su potencia económica –si cuenta con miles de afiliados/as sin aporte- y mucho menos en su valor cuantitativo ni su potencia política. ¿Qué es hoy en realidad? ATE, CTERA, el SUTNA de la izquierda, el sindicato del subte, docentes universitarios, judiciales disidentes, actores y actrices, el SIMECA de los mensajeros y un conjunto de seccionales de gremios grandes que sostienen doble afiliación, y no mucho más. 15, 20, 30 con toda la furia son sus sindicatos de base auténticamente existentes.
Entonces, con una mano en el corazón, ¿es madurez política en el marco de la nueva etapa que se abre o supervivencia en el modelo de concertación social propuesto por Alberto Fernández lo que lleva a Yasky y compañía a volver? Quizá haya de ambas… Sí se lee entrelíneas su nota de hace una semana (“El sindicalismo en tiempos de Macri”) se encuentran claves novedosas, como también en su elogio a la disputa por el PJ. Porque vale creer que la disputa por el sentido está más vigente que nunca en las instituciones, y en el peronismo mismo, en lo que vendrá. Porque los mejores cuadros de la CGT de la Resistencia, de la CGT de los Argentinos, de la CGT Brasil de los ’25, de Ubaldini y la resistencia a la Dictadura siempre se expresaron en disidencia pero desde adentro dando batalla por la herramienta más poderosa que tienen los trabajadores desde 1936 en la Argentina: la CGT.
¿Qué hubiera pasado si Ongaro y compañía hubieran aceptado la propuesta de Perón de ingresar a las 62 organizaciones allá por 1970? ¿Vale la pena aunque sea pensarlo así y no siempre desde el relato pre-fabricado de la ideología? Contrafáctica y blanco y negro, a nadie ya le importa. Tampoco importa cuánto vale eso que ayer le confirmó a Alberto Fernández que fija voluntad de volver a diluirse en la central única y lo apoya para Presidente, ni los pormenores de la decisión, porque, en el fondo, lo que vale es la audacia de esta CTA, la decisión política que golpea el tablero, la convicción de que el peor de los gordos burócratas es mejor que el “mejor” de los empresarios culpables de importar naranjas o que un litro de leche haya llegado a $70, o que el mejor funcionario que dice que con $12.000 una persona no es pobre en la Argentina. Son demasiados los molinos de viento en la batalla que viene, pero saludable es, que continúen las buenas decisiones de aquellos/as que entienden que es tiempo de agrupar indios y no discutir caciques, que siempre vale más cola de león que cabeza de ratón.
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