na aludida, que en cuestiones de gustos nadie puede decir de esta fruta no comeré, sino de su expectativa de que terminemos enamorados de Christine Lagarde.
Invirtiendo la racionalidad, creo necesario pensar que si nos enamoramos de la citada persona, terminamos. O sea: pasamos a otra vida, sin la seguridad de que sea mejor. El enamoramiento es un estado psicótico. Por favor, ruego continuar leyendo. Psicótico porque está no gobernado, pero sí reinado, por delirios y alucinaciones. Freud (puede googlearse su biografía y su obra, ya que de gobernar se trata) lo resume en esta sentencia: no se enamoró porque es hermoso sino que la ve hermosa porque se enamoró. El talentoso periodista Bernardo “Bernie” Neustadt lo resumió así, cuando describía al otrora presidente, senador vitalicio y preso con salidas permanentes: “es alto, rubio y de ojos celestes”. Lamenté no tener la opción de medicar a Bernie, pero de suyo cabe que había sido capturado por una vivencia psicótica. El delirio está formado por ideas absurdas, que no son pasibles de crítica y que condicionan la conducta del sujeto. Lo alucinatorio es lo opuesto a lo percibido. Usted no me conoce, lo que no deja de ser lamentable, porque soy persona talentosa y ocurrente. Si usted luego de un encuentro conmigo comentara al Regente Marcos que estuvo hablando con un futuro o ex basquetbolista, estaría delirando. Y alucinando. No se alarme, porque como el enamoramiento, todo pasa. A menos que la NBA organice una Liga de Enanos, no tengo opciones para jugar ese apasionante deporte. Otros tampoco.
Pero lo interesante entonces es darse cuenta, alguna vez al menos, una vez siquiera, que el Juicio de Realidad, se altera profundamente cuando estamos enamorados. Siempre recomiendo a los alumnos, pacientes, amigues, compañeres, que en caso de estar enamorados, o padezcan esa psicosis afectiva, gocen pero no se relajen. Digan a todo que no: vivir juntos, vacaciones juntos, comprar propiedades juntos, vivir con la suegra o con la tía soltera. Un mazazo de realidad es la peor manera de curarse del enamoramiento.
Debo admitir, bien que me cuesta, que millones de argentines se enamoraron de usted. No se preocupe, todo pasa. También lo hicieron de Perón, de Alfonsín, de Néstor y de Cristina (sin H) Kirchner. También del Che, de Eva Perón, de Agustín Tosco y tantes otres. Pero ese enamoramiento, no fue producto de un mandato superior. Ese enamoramiento fue superado en el tiempo por el amor. Y el amor es lo opuesto al enamoramiento. El amor lo reconocéis por sus frutos y por sus raíces.
O sea: por su origen y por su destino. Al enamoramiento hay que sostenerlo desde operaciones artificiales. Léase: montajes publicitarios. Quizá sea justo aclararle que a mi criterio, que no es humilde pero es acotado, la publicidad es el ácido lisérgico de los pueblos. Encarezco no insistir en recomendaciones sobre de quién debemos enamorarnos. Motivos sobran para enloquecer y me parece poco y nada prudente agregar otros. Tenemos mucha leña y no necesitamos más fuego. La máquina publicitaria del Terminator Financiero que algunos llaman FMI, tiene demasiado recursos. Difícil combatirla, pero no imposible. Usted fue elegido por una parte mayoritaria del pueblo. Y mal que le pese, y mucho más, mal que nos pese, no es delegado del FMI ante la Argentina. (Le aclaro que escribir República me da pudor). Le recomiendo que intente no enamorarse porque el enamoramiento es pésimo consejero. Si la lectura de Freud le resulta ajena, o incluso violenta, sugiero escuchar el tango CHORRA, cantado por el zorzal criollo, el mismo que cada día canta mejor.
Otras consideraciones sobre el tema deberán esperar al menos una semana, pero en el mientras tanto, enamórese menos y ame más y mejor. El más bello es destruido cuando se enamora de la Bestia. Si la señora Christine se enamoró de usted…entonces la situación es irreversible y los remedios deberán ser más drásticos. Somos demasiados los que deseamos y luchamos para que la Argentina siga siendo República. En mi caso personal, nada dispuesto estoy a que el Terminator Financiero privatice e hipoteque mi vida, la de mis hijos y la de mis nietos. A millones y millones de argentines les pasa lo mismo.
He utilizado casi siempre el “e” por ser más inclusivo. A pesar que el uso del “e” no me enamora.
Que siga siendo Dios que guarde a su excelencia, porque el Diablo está al acecho.
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