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El agradecimiento del Tío Alberto



Los argentinos cumplimos un mes de aislamiento social, preventivo y obligatorio. Sé que no ha sido fácil. Todos debimos alterar el ritmo de nuestras vidas, modificar los hábitos de trabajo, posponer planes, suspender estudios, reprogramar viajes y hasta evitar los abrazos y los besos de aquellos a los que amamos. Sé que la cuarentena no es fácil y que algunos la sufren particularmente. Pero nunca debe ser un padecimiento cuidar de nosotros mismos. No tenemos ningún bien más preciado que nuestras propias vidas. Por eso estamos haciendo todo lo necesario para que este tiempo de mayores cuidados que debemos transitar nos afecte lo menos posible. Todos deseamos volver cuanto antes a nuestra normalidad. Ya llevamos invertido casi un 3% de nuestro Producto Bruto para cuidar los ingresos, la producción y el trabajo en el marco de esta emergencia sanitaria. Esa es la mejor muestra del esfuerzo que hacemos entre todos para sobrellevar el momento. Aun así, quería aprovechar estas líneas solo para agradecerles. A todos y a todas. A cada argentino y cada argentina que, con responsabilidad y solidaridad, hicieron propia esta lucha y se comprometieron. En primer lugar, a los trabajadores y las trabajadoras de la salud, que son quienes más merecen nuestro reconocimiento. Pero también a todas esas personas que, desde sus actividades esenciales, contribuyeron a que podamos sobrellevar este proceso lo mejor posible. También, claro, a las decenas de millones de personas que se quedaron en sus casas e hicieron posible lo que hoy es un orgullo para todos: que el contagio no se dispare y nuestro sistema de salud pueda estar en condiciones de recibir a cada argentino y cada argentina que lo necesite. El coronavirus es un enemigo invisible y por momentos indescifrable, pero lo estamos combatiendo unidos, con compromiso y solidaridad. Si seguimos por este camino, no tengo dudas de que tendremos éxito. Una vez más, gracias. Gracias por comprender que en los momentos más difíciles es cuando más juntos debemos estar y cuando más debemos pensar en el otro. Nadie se salva solo, y este virus es la prueba. Nos necesitamos mutuamente para frenarlo y hemos demostrado estar a la altura de las exigencias. Mientras algunos en el mundo se burlan e ignoran las advertencias de la comunidad médica y científica, nosotros las observamos y comprendemos la necesidad de quedarnos en nuestras casas. Por eso estoy muy orgulloso de nosotros como pueblo y sé que, cuando todo esto pase, tendremos la fortaleza necesaria para volver a ponernos de pie. Les agradezco infinitamente por cuidarnos entre todos y los abrazo, como digo siempre, a la distancia pero con el corazón.


(Alberto Fernández)

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