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Desde el Confinamiento. Capítulo 7: Librerxs y Librerías Independientes


“Desde el confinamiento” nace como un podcast radial con la intención de intercambiar opiniones, saberes y pareceres en tiempos en que nuestros cuerpos no pueden encontrarse. Cada programa propone una temática y un invitadx que nos ayudará a pensar(nos).

Luego de 10 capítulos dimos por finalizada la experiencia radial que pronto se convirtió en intención y necesidad de volcar aquellas entrevistas a palabra escrita como memoria de un tiempo de confinamiento, pensado desde diferentes disciplinas y desde la experiencia directa de sus protagonistas.


Por Facundo Sinatra Soukoyan



Librerxs y Librerías Independientes

Entrevista con Karina Downie

Karina en "Ritualitos" (Pieres 103 - CABA)

Pensar en el intercambio y la relación social más allá del hecho comercial que puede ser la compra-venta de un libro, es pensar en la bibliodiversidad que proponen las librerías independientes.

En esta charla con Karina Downie de Librería Ritualitos, vamos a preguntarnos cómo afecta el contexto de confinamiento a esta apuesta político-cultural, cuáles son sus posibilidades y limitantes, cuales los proyectos colectivos que surgieron y cuáles vendrán.


-Queríamos conversar con vos como librera y también conversar de las editoriales independientes ya que conoces muchos compañerxs que están en el asunto.

En primer lugar me gustaría que nos cuentes como estas atravesando la cuarentena, ya pasados largos 100 días, como librera, que nos cuentes como está la vida de Ritualitos, la librería en la que te desarrollas.


-La verdad es que está difícil, como para la mayoría de los argentinos y las argentinas, para todo el mundo. Es una situación inédita y complicada. Nosotrxs, desde la librería, estamos en principio tratando de trabajar modificando la estructura, las maneras, las formas. Y nos cuesta mucho. Para quienes somos pequeñxs, independientes, adaptarnos a estas nuevas estructuras, donde todo es on-line, donde no hay eventos, encuentros, ferias, marchas... Una las formas que nos caracterizan es la de participar en eventos y movidas culturales y de activismo, en las calles, que en este momento están completamente inhabilitadas. Entonces no es sólo desde lo laboral, lo económico, sino también desde la vinculación con quienes y para quienes trabajamos, con docentes, con familias, con otros emprendimientos. Se nos modificó la estructura de trabajo y la estructura de vida, como, creo, a la mayoría.


Desde lo laboral, hubo que pensar y construir, otras estructuras. Al principio no pudimos abrir la librería, luego si, otro tiempo no, de todas maneras el público que pueda acercarse a la librería son las familias del barrio, por lo tanto tampoco es que la apertura, en el momento en que pudimos abrir, significó demasiado en términos de ventas. Luego, acomodarse a una forma de trabajo que es exclusivamente on-line, eso implica no sólo un trabajo extra, de armar una web, redes, intentar plasmar en esas plataformas nuestra esencia, nuestros contenidos, yo soy un queso en redes, no me gustan mucho la verdad, sino también una modificación de la estructura de trabajo. Y de las ganancias además, porque todos los sistemas de facturación, las plataformas on-line, las páginas web, los sistemas de cobro, las tarjetas de débito y crédito, las cuentas bancarias, todo eso, son comisiones que van sacándonos dinero del ya escaso margen de ganancia que las librerías tenemos respecto del PVP, que es el precio de venta al público, de un libro. Entonces implica no solo un movimiento en la estructura laboral, sino también una pérdida de trabajo, del capital que genera nuestro trabajo y del que se apropian las tarjetas, los bancos y las plataformas como Mercado Pago. Y estamos hablando de entre un 15 y 20%. Es muchísimo. Por supuesto, hay también una crisis económica muy importante, vendemos mucho menos, y así, eso poco que vendemos, además, nos significa económicamente mucha menos plata. Por lo tanto es complejo, en muchos aspectos.


Así y todo, estamos en carrera, intentamos seguir trabajando, acomodándonos, intentando tener una página web que nos cuesta un montón mantener activa y on-line, respondiendo mensajes por todos lados, por todas las plataformas. Es un poco esquizo a veces, pero de alguna manera, al menos podemos trabajar, y eso es algo que muchxs argentinos y argentinas, en este momento, no están pudiendo hacer, y somos conscientes de que eso constituye un privilegio, hoy por hoy.


-Contanos un poco, metiéndonos en la cocina de la librería, para quienes no participamos de una pero si somos consumidores de libros y más una librería como Ritualitos, que es un ejemplo de aquellas que ponen el cuerpo en el sentido en que la gente que entra se queda un rato largo en el espacio...

¿Cómo te reconfiguraste, qué cosas tuviste que aprender sobre la marcha rápidamente porque no quedó otra opción?


- Eso en principio fue bastante fuerte, al menos yo lo sentía así, desde un lugar emocional si se quiere. Una de las primeras cosas que sentí, también charlando con amiguxs, librerxs y editorxs, es que lo que pasa cuando alguien se acerca a preguntarnos por un libro, “un libro para, un libro así o necesito hacer un regalo para”... Una mas o menos tantea, ofrece alternativas y hay algo de lo no literal, de lo no textual, que sucede en ese intercambio, que tiene que ver con un montón de cosas que no son palpables por intermedio de una pantalla. Nos llegan mensajes que entran por cualquier plataforma, por Instagram, por Facebook, por mail, por wasap, por teléfono, a cualquier hora. Primero fue empezar a entender esas tecnologías, que la verdad mucho no termino de entender, de hecho abrimos una cuenta de Instagram porque parecía que pasaba todo por ahí, y bueno de hecho si, sucede bastante por esa plataforma. Pero, la manera en la que un lectorx agarra un libro, lo toca, la cara que pone ante nuestra sugerencia, hacia dónde va cuando entra a la librería, hacia dónde se orienta, son un montón de cosas que pasan, y eso vía pantallita, no sucede... O en una feria o en un encuentro, en la virtualidad eso es imposible, y la verdad, a mi me desestabiliza un poco, necesito el contacto con la otra persona, ver qué emoción le genera cuando agarra un libro, cuando toca un libro, es para mi básico de la comunicación, en mi función, es lo que amo hacer. Alguien llega a la librería y casi siempre lo primero que hago es ofrecerte un mate... ese tipo de cosas, no existen más. Ahora, alcohol en gel. He hecho un montón de amigos, amigas y amigues de esa manera, charlando de libros. Entonces eso es algo que la verdad me genera una incomodidad bastante grande en este momento.


-En este sentido me parece interesante preguntarte, ya que escuchaba a un compañero y amigo tuyo, Leo de editorial Madreselva, que comentaba que ellos siguen apostando como editores al libro impreso, pero que también notaban que la gente lo pide, de alguna forma este giro digital que se venia pensado hace un tiempo del libro y que uno hubiera pensado que en un momento así se hubiera acelerado, no fue tal. De alguna forma este contacto, aunque sea con el papel sigue estando. ¿Cómo lo ves vos?


-Pasan varias cosas. Hay un informe bastante interesante que se hizo hace un tiempo, y tomamos de base para el pedido que estamos armando desde la Red de Librerías Independientes, con el objetivo de obtener algún tipo de beneficio respecto del envío de libros a través del Correo Argentino. Hay dos informes, uno que hizo Alejandro Dujovne y el otro que hizo Daniela Szpilbarg, éste es específicamente sobre editoriales y sobre la situación de las editoriales. El de Dujovne se hizo sobre el universo editorial, imprentas, librerías y editoriales. Uno de los datos es que las editoriales, la estructura necesaria para trabajar, para poder ofrecer libros en e-book o libros digitales, la mayoría de las editoriales no lo tienen, lo tienen las grandes editoriales, las grandes cadenas editoriales, las editoriales independientes, no. Algunas, en este tiempo, han empezado a armarse, lentamente. La mayoría de las librerías pequeñas no teníamos una página web, o al menos no la usábamos, como en nuestro caso, no era nuestro canal de ventas principal, las grandes en eso ya venían con bastante ventaja. Con las editoriales pasa lo mismo. El informe hablaba de que un 7% del catálogo está disponible digital, y hablaba que habían representado en ventas el mes de marzo el 0.3%. Las editoriales que habían participado de la encuesta, que eran en su mayoría editoriales independientes, el porcentaje de ventas era del 0.3% y la mayoría no tenía ni el 5% de su catálogo disponible en plataformas digitales. Por lo tanto no solo desde el lector, lectora, lectore, hay un interés por el libro impreso, porque eso es algo que quienes leemos nos cuesta un montón leer por pantalla, sino que a su vez, tampoco está la estructura editorial, al menos en nuestro país por ahora, preparada para ese paso.


-Nos hemos cruzado hacia el principio de todo este confinamiento, y charlabamos sobre Ritualitos, elegir tenerla en Liniers, buscando abrir otros horizontes a los márgenes de la centralidad porteña, y que esto también tiene sus costos, sus cimbronazos y más en estos momentos. Me pareció muy interesante que me habías comentado la intención de redactar, no se si decirle proyecto de ley, o una carta entre diferentes libreres y librerías pensando colectivamente un subsidio, una ayuda. Nos podemos contar un poco en qué quedó todo esto pensando en la organización colectiva que creo que es muy interesante.


-Pasaron varias cosas. Una de las consignas al menos de quienes trabajamos de manera independiente y quienes tenemos una librería, o trabajamos en el mundo del libro, por amor al libro, si bien veníamos trabajando con algunas editoriales o librerías, habían articulaciones previas, algunas instancias colectivas de trabajo, pero la verdad que las librerías, y sobre todo las librerías independientes, no teníamos esa noción de articulación colectiva. Y eso es algo en lo que, a pesar de y gracias a la pandemia, hemos logrado organizarnos un poco. Abrimos una convocatoria entre algunas librerías amigas y empezamos a sumarnos, ya somos alrededor de 70 librerías de todo el país que estamos organizándonos, en principio a través de un grupo de whatsapp, pero con la idea firme y clara de alcanzar a nivel a nacional alguna suerte de asociación o de entidad que nos represente, o mejor dicho, que nos representemos a nosotrxs mismxs, pero que también tenga alguna implicancia, alguna figura jurídica legal que nos permita ser interlocutores ante el Estado, ante privados, ante quien fuera.


Existen distintas cámaras, la Cámara Argentina del Libro, la CAPLA, la Sociedad Argentina de Escritores. Las editoriales en su mayoría tienen una representación, las librerías no, al menos no una específica. Algunas participan de alguna de las cámaras pero la gran mayoría no la tiene, y eso también es un dato que surge del informe de Alejandro Dujovne, donde vemos no solo la concentración de editoriales y librerías, que es casi del 80% de las librerías y editoriales del país, están en CABA y Gran Buenos Aires, es un dato tremendo, sino que además las librerías particularmente no están asociadas o agrupadas en ninguna entidad. A partir de eso visibilizamos una problemática importante y empezamos analizar cómo gestionarla. Una de ellas, porque son varias, pero una de ellas, en el que al menos yo tengo un trabajo personal hecho, junto con otros compañeros y compañeras, es el de plantearnos la necesidad, sobre todo cuando hablamos de la concentración de editoriales y librerías en capital, de la federalización del acceso a la cultura. Creemos que eso es un derecho que el Estado, y particularmente éste gobierno, debiera trabajar, o al menos, tener en cuenta. Armamos un informe, un documento, un petitorio. Todavía estamos ahí, en gestiones a ver cómo y ante qué entidad se presenta. Si yo, que estoy en la periferia de la capital, me cuesta muchas veces conseguir algunos títulos, que las editoriales me envíen los libros, por lo general los tengo que comprar en firme, irlos a buscar.. A las librerías del interior eso les resulta imposible, entonces terminan comprando en una sola editorial, por lo general grande, porque es la que le garantiza