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De la mafia macrista a una Patria Soberana

Por Daniel Mojica


Es muy importante que como sociedad tomemos plena conciencia de lo que significa la estructura de espionaje montada por Mauricio Macri desde el gobierno nacional y que atraviesa los tres poderes del Estado. Apoyado por los medios de comunicación hegemónicos en manos de una corporación con intereses ajenos al de la mayoría de los argentinos.


El país estuvo gobernado durante cuatro años por un grupo de personas que sin ningún escrúpulo hicieron gala de un modus operandi cuasi mafioso. Utilizando los servicios de inteligencia del estado en beneficio propio. A la vez que utilizaban la información que procuraban para perseguir a dirigentes políticos opositores, y a empresarios a los que encarcelaban para extorsionarlos y en muchos casos quedarse con sus negocios.


Además se valían de periodistas de los medios anteriormente mencionados para difundir falsas acusaciones. De esta manera lograron construir un clima social adverso y hostil hacia numerosos dirigentes opositores. Muchos de los cuales terminaron presos en juicios amañados por sectores del poder judicial afines a las estrategias de la casa de gobierno.


Nunca en democracia los argentinos vivimos nada similar. Funcionarios de gobierno participando con los fondos buitres que rapiñan divisas a costa del hambre y el trabajo de los argentinos. Un presidente beneficiando a sus empresas, las de su familia y/o testaferros. La increíble operación del Correo Argentino estafando al Estado Nacional. El blanqueo de capitales que benefició a su familia y amigos.

La dictadura genocida, que fue un eslabón más en nuestra cadena de dependencia, tal vez les marcó el camino a Mauricio y sus socios, porque secuestraban empresarios para quedarse con sus bienes. Así el grupo Clarín en sociedad con los dueños del diario La Nación se quedaron con Papel Prensa, mientras torturaban a Lidia Papaleo, viuda de David Graiver. Quizás fue un paso previo y necesario para los intereses que desde 1955 pretenden hacer de Argentina una colonia.


El gobierno de Mauricio Macri significó una verdadera infección en el sistema sanguíneo de nuestro sistema democrático. No dejó ninguna institución a salvo de su rapiña depredadora. Dentro de esta sistematizada infiltración de la República, el espionaje e intento de destrucción de opositores políticos y empresarios ocupa un lugar central.


Puede trazarse una linea de tiempo de los intentos colonizadores que sufrió la Argentina desde 1945. Con el embajador norteamericano Braden haciendo campaña contra Juan Perón. El bombardeo a Plaza de Mayo para intentar matar a Perón, y su posterior derrocamiento en 1955. El objetivo fue destruir el peronismo.


Luego vino la saga de golpes militares. El golpe de la así llamada ‘Revolución Argentina’ con Onganía-Levingston-Lanusse (con la masacre de Trelew incluida). Masacre que fue el preludio del genocidio que en 1976 produjo una nueva dictadura. Cuyo objetivo fue eliminar a todos y todas las dirigentes peronistas que serían los cuadros políticos a ocupar posiciones en futuros gobiernos.


Luego vino la etapa “democrática” porque en 1982 con la jugada pergeñada por el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, junto a su histórico aliado Estados Unidos. El objetivo: Malvinas, la guerra, la rendición y los costos de la guerra, que los paga quien la pierde.


De eso se ocuparon Carlos Menem y Domingo Felipe Cavallo. Con la firma (luego de restablecer relaciones diplomáticas con el vencedor) de los Tratados de Madrid del 15 de febrero de 1990, de Londres del 11 de diciembre de 1990 con Inglaterra {certificado por Ley 24.184} y el Tratado de Washington con Estados Unidos del 14 de noviembre de 1991 {ratificado por Ley 24.124}. Nota: “...Vencer a la República Argentina en la Guerra de las Malvinas era el hecho internacional que Gran Bretaña necesitaba para imponer los Tratados… Sin guerra previa no había causa para los tratados de paz, que tienen términos tan leoninos como los que impuso a Alemania el Tratado de Versailles de 1918...” (Fuente: ‘Los Tratados de Paz por la Guerra de las Malvinas’, 2004, Ediciones del Copista, Julio C. González)


Recordemos las grandes dificultades que atravesó el gobierno de Raúl Alfonsín. Allí podemos decir que los poderes internacionales comenzaron a domesticar a nuestra democracia. Faltaba la institucionalización de esa democracia dependiente de los poderes internacionales, que le tocó a Carlos Saúl.


Los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, fueron un intento de volver a las fuentes del peronismo. Con una gran cantidad de leyes y medidas populares. Néstor comenzó su mandato con una fuerte impronta de cambio. Renovó por completo la Corte Suprema de Justicia. Pero con el tiempo, luego de su muerte, pudimos vislumbrar que la dirigencia que tuvo protagonismo luego del fin de la dictadura, no estuvo nunca (salvo honrosas excepciones) a la altura de los y las dirigentes que fueron masacrados de manera selectiva desde antes de 1976.


El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, tuvo la misma dificultad de su fallecido compañero, respecto a los funcionarios que designó durante sus mandatos. Tuvo muy buenos acompañantes. Incluso muy bien orientada su política respecto a la recuperación del territorio usurpado por Gran Bretaña. Pero el reclamo de Soberanía sobre nuestro territorio austral, sin la derogación de los Tratados antes mencionados que terminador en las leyes nombradas más arriba, es como gritar consignas en la Plaza de Mayo. No modifican el fondo de la cuestión.


En este escenario, el gobierno de Mauricio Macri, significaba la frutilla en el postre de nuestra total dependencia. El 10 de diciembre de 2019 se abrió un nuevo camino que en realidad no sabíamos hacia donde nos podía encaminar. El Covid-19 con todo lo que trajo, y traerá aparejado, es una esperanza de un cambio profundo a nivel global.

Este presente es una prueba de fuego para nuestro sistema democrático. Necesita una refundación. Como la que vislumbró el General Perón en 1943.

Las instituciones de la Nación están infectadas de muerte. Dependerá de la visión, patriotismo y coraje del actual Presidente Alberto Fernández y de su Vice Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, guiar la nave de la Patria hacia una nueva Fundación. Los pilares en los que deberá asentarse, sin duda alguna deben ser la Soberanía Política, la Independencia Económica y la Justicia Social.


Para que la Patria sea un territorio de igualdad, solidaridad y prosperidad, para todos y todas quienes quieran habitar en territorio argentino.

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