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MILITAR EL GOCE



“El sexo es una forma de medir la desigualdad”, escribió la periodista argentina Luciana Peker. ¿Y qué forma más tangible de ver aquella desigualdad que en la pantalla de los televisores y las computadoras? La pornografía mainstream representa, en ocasiones, los primeros encuentros con la sexualidad. Pero esos encuentros, ¿se condicen con la realidad?

La directora de cine sueca Erika Lust (ver aparte) logró responder esa pregunta, y se dio cuenta que la pornografía que se ha consumido tradicionalmente no suele representar “a los simples mortales” que buscan satisfacer sus placeres a través de un monitor. Por este motivo se convirtió en una de las pioneras de lo que se conoce como “porno ético” o “porno feminista”, encontrando en el cine la mejor forma de representar lo diversa que es la humanidad en su sexualidad, en sus cuerpos, en sus mentes y en sus gustos.

Ante una industria casi completamente falocéntrica que crea falsas expectativas igualmente en los hombres como en las mujeres sobre cómo debe ser el sexo, el porno feminista viene a crear contenido más orgánico, diverso y real, dirigido principal (pero no exclusivamente) a mujeres y la comunidad queer. Además, decir que el porno feminista es un “porno ético” refiere a la paga equitativa a las personas involucradas, situación que casi nunca se da en la producción del porno mainstream.

FEMINISMO ES DIVERSIDAD

Mientras que la pornografía mainstream crea contenidos generalmente dirigidos a hombres cisheterosexuales (es decir, hombres heterosexuales cuya identidad de género concuerda con el sexo que le fue asignado al nacer) , la pornografía feminista se abre a una audiencia más amplia y heterogénea, teniendo en cuenta diversas corporalidades, identidades y orientaciones sexuales, poniendo en el centro el placer real de todas las personas involucradas y expandiendo los límites de la representación sexual.

Al respecto, Erika Lust acota que “el estar expuestos a un porno lleno de estereotipos crea mucha frustración y conflictos en la gente que no se siente nada representada”. A su vez, cuando el porno mainstream quiere subir su apuesta y mostrar “algo distinto” como personas gordas, travestis, trans, o de distintas etnias, lo hace de una forma fetichista y deshumanizadora, reforzando los estereotipos y cerrando las puertas al goce de distintas corporalidades y sentidos de pertenencia.

De esta manera, pornografía feminista existe paralelamente a la pornografía mainstream, y viene a traer un contenido distinto, ético y diverso frente a un campo altamente saturado por imágenes heteronormativas de la sexualidad que muchas veces condiciona a las personas en su búsqueda del placer. Este tipo de pornografía lo que busca es crear un ambiente seguro y cómodo en donde las y los performistas puedan trabajar y expresarse libremente, a la vez que las personas que consumen el producto de ese trabajo puedan gozar de su sexualidad sin culpas ni fronteras.


* Erika Lust (Estocolmo, 1977) es una directora, guionista, y productora independiente sueca dedicada al cine para adultos. Actualmente reside en Barcelona, desde donde realiza sus últimas producciones audiovisuales. Su primer corto explícito “The Good Girl” presentado en 2004 fue publicado online y, al poco tiempo, presentó más de 2 millones de descargas, y posteriormente le permitió a la directora ganar su primer premio Ninfa.

Antes de dedicarse al cine, Lust estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Lund y se especializó en Derechos Humanos y Feminismo. En la actualidad, Lust está produciendo cortos pornográficos mediante la creación colectiva bajo el proyecto “XConfessions” en el cual los espectadores pueden dejar confesiones anónimas en la web del proyecto y cada mes, la directora elije dos historias para convertirlas en cortometrajes.

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