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El 27 y después

EDITORIAL NOTICIAS DE AYER – El 27 y después



Que uno no la sienta no significa que no exista. Que no tenga olor a victoria el 27 no significa que no exprese anhelos, deseos, proyecciones, construcciones y una realidad en el mapa político que, habrá que ver, cómo se acomoda desde el próximo Diciembre en adelante. Hablamos de la épica.


Es la que intenta transmitir Mauricio Macri, quién continúa su gira del #SiSePuede por las provincias argentinas. Luego del estreno estelar en Barrancas de Belgrano, pasó Junín y Bahía Blanca, pasaron Tucumán, Neuquén y Salta, y aún quedan más de diez ciudades de Córdoba y Santa Fé; Chaco, Misiones, San Luis y Corrientes. El cierre, como no podía ser de otra manera, será en la vedette de la campaña: Córdoba.


La gira no termina de entenderse si se propone seriamente construir un mensaje de que los casi 4 millones de votos que separaron a Fernández de Macri el 11 de Agosto no son irremontables, o bien, constituyen el subliminal mensaje de que el Presidente no va a abandonar el barco tan fácil y de que él, y no otro u otra, constituye el verdadero activo, capital y figura del campo que representa el 30% de base del anti-peronismo, kirchnerismo, etc. Subliminal o no tanto, sus destinatarios no son otros que quienes se prueban el traje de líderes de la oposición desde Diciembre: María Eugenia Vidal, el mendocino Alfredo Cornejo, y obviamente, Horacio Rodríguez Larreta, quién ayer demostró, tener espalda suficiente para continuar un período más en la Ciudad pero también una novedosa preocupación.


Así las cosas, Macri recorre el país mezclando el evangelio del cambio y la auto ayuda PRO con un refuerzo del discurso del manual Bullrich-Pichetto: aliento al control poblacional y crítica a la inmigración descontrolada, foco en el narcotráfico y la corrupción populista y un exacerbado –y poco creíble- anti-abortismo en un intento desesperado de capturar el voto Gómez Centurión. “Son casi 1 millón si se proyectan”, se entusiasman en la Rosada. El macrismo no solo pretende dejar algo más que la grasa militante en el Estado puesto que está en discusión transferencia de órganos descentralizados del Estado Nacional a la CABA y otras barbaridades que les garanticen poder y control de la botonera a contra-reloj, sino un caldo social que al hambre, la pobreza, la desocupación, las suspensiones y los retiros voluntarios en el mundo del trabajo, le opone saqueo en tiempo récord de las reservas conjugado con un poco más de xenofobia en los transportes públicos y show del punitivismo contra pibes que venden pañuelos en la calle en pos de no quitar de escena una discusión central del gobierno que viene: el gasto social y público en la Argentina.


Del otro lado está Alberto Fernández quién ya no se siente candidato, habla, camina, piensa, gesticula y hace como próximo Presidente. El Lunes en Agronomía presentó las líneas de un proyecto que combina lo triste del debate de una Argentina que en lugar de software, articulación agro-industrial o avances en la medicina y educación discute comida. Pero lo hizo incorporando cosas que, a esta altura, son infaltables en la Argentina: Ley de Góndolas, mercados de cercanía de productos básicos, etc. Con o sin Funes de Rioja y el 1% del derrame de la COPAL, Fernández sabe que la batalla contra el hambre será uno de los grandes pleitos del futuro gobierno. Pero también necesita salidas al laberinto, por eso el debate –más estructural por cierto- sobre Bienes Personales y la siempre mentada reforma impositiva en nuestro país: ¿Quién paga, Cuánto paga, cómo hizo Uruguay con la reforma de ese impuesto para salir de su déficit de 2 puntos? Interrogantes que abundan.

Y en el medio Ecuador, su crisis y su Pueblo: y el recuerdo de esa máxima del Hombre que hubiera cumplido años esta semana: “Cuando los pueblos se agotan, hacen tronar el escarmiento”.




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